/// Esta pequeña luz.
Yo la haré brillar. ///
Birllará, brilará, brillará.
Hay una
canción que cuando era niño, los pibes acostumbrábamos cantar a grito pelado en
la escuela dominical de una pequeña iglesia de Lima. Por muchos años esa
canción creció conmigo, hasta que fue cobrando significado mientras me fui encontrando
con hombres y mujeres singulares. A algunas de esas personas las conocí en el
tiempo que fui misionero entre los pueblos aborígenes de la Amazonía del Perú y
no pude volver a verlos más. Entonces, después de tanta nostalgia, pensé que
sería bueno empezar a escribir las historias de algunos de esos encuentros que alumbraron
mi camino; tarea que tantas veces he postergado hasta el momento.
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